Historias de la semana: la innovación, los huaicos y la paradoja de la productividad
Recursos públicos escasos: pese al crecimiento, el ratio
impuestos/PIB en la región sigue 11,4 puntos por debajo de la OCDE, según un
informe elaborado por la propia OCDE, la CEPAL y el BID. Complicado
destinarlos a políticas de largo plazo. Por eso hay que aplaudir iniciativas
como las de la Alianza del Pacífico alrededor de la innovación, ojalá
conducentes a medio plazo a un mercado único digital.
Las Agencias de #InnovaciónAP impulsan la creación de un ecosistema de innovación y emprendimiento en los países de Alianza del Pacífico pic.twitter.com/Mmjeu8cr5u— Alianza del Pacífico (@A_delPacifico) 21 de marzo de 2017
Todo amante de los datos debería conocer Our World in Data. Publicaban esta
semana una proyección de población en el planeta que nos lleva a los 11.200 millones de
personas al final de este siglo. Esto quiere decir que durante los próximos
ochenta años hay que construir viviendas, producir alimentos, suministrar agua
potable, crear trabajos y generar energía para 4.000 millones más de humanos.
¿Será posible? Aunque quizás no lleguemos a entonces: la NASA nos cuenta que la
superficie
de hielo en los polos se ha hundido a mínimos históricos.
En mi tópico
favorito de los últimos tiempos, el impacto social y económico de la
transformación digital, varias publicaciones de interés. Parece que los
abogados tampoco pueden estar tranquilos ante lo que se viene; aunque es
probable que tengan más tiempo para reinventarse que los conductores de
camiones, profesión en extinción que es la primera generadora de empleo en 29
de los 50 estados de los Estados Unidos.
What will become of truck drivers when they aren't needed to drive trucks? pic.twitter.com/hjD0QaSTZt— The Economist (@TheEconomist) 22 de marzo de 2017
Jordi Sevilla se
hace una interesante pregunta: ¿Cuál es la responsabilidad de una persona
electrónica (robot) cuando adopta decisiones autónomas que inciden sobre
terceros? Pero más interesante todavía resulta el artículo de Ryan Avent en
Medium: The
productivity paradox.
Avent se sitúa en un punto intermedio entre los
tecnoescépticos y los tecnófilos, pero llega igualmente a la misma conclusión:
los salarios se estancan y la factura la pagan los trabajadores con menos
capacidades. En sus propias
palabras:
Given the structure of our social safety net, automation tends to increase poverty and inequality rather than unemployment.
Y añade un elemento más: la desigualdad y el estancamiento
de los salarios no sólo dañan a los trabajadores menos cualificados, sino que
dañan al propio crecimiento económico. Gordon y Brynjfolsson en la misma frase.
En este contexto en que la cualificación parece cada vez
más decisiva en el futuro de las personas, dos publicaciones sobre Educación. Nos
cuenta el BID cinco avances clave en el sistema educativo latinoamericano y
el Banco Mundial cinco
reformas que han funcionado en el mundo. Pero la realidad en Latinoamérica
y Caribe es que seis de cada diez estudiantes de 15 años no saben usar fórmulas
matemáticas básicas ni procedimientos o reglas para resolver problemas con
números enteros. Quince años: la edad exacta en la que las
chicas europeas pierden su interés en ciencias y matemáticas.
Como cierre, el inevitable capítulo para Uber. Los datos duros
hablan del desplome del valor de las licencias de taxi en ciudades como Nueva
York, Chicago o Sidney.
El precio de las licencias de taxi cae un 50% y 80% en NYC y Chicago, la competencia está disipando las rentas de monopolio, Bagchi (2017) pic.twitter.com/e5qL7CMJ1j
— Estudios CNMC (@SEI_CNMC) 22 de febrero de 2017
Más evidencia! El precio de una licencia de taxi cae un 60% en Brisbane, un 50% en Sidney, la competencia disipa las rentas de monopolio pic.twitter.com/mrdHMos3Ve
— Estudios CNMC (@SEI_CNMC) 17 de marzo de 2017
Sorry, pero los taxistas son el próximo Kodak, el próximo
Blockbuster, por mucha resistencia que opongan o por mucho que traten de influir
en la regulación. Lo resume muy
bien Enrique Dans:
Al taxi como lo conocemos le quedan tres o cuatro años, y en ese plazo las cosas se van a poner feas, muy feas. Pero no porque nadie les tenga manía ni les odie, sino porque los tiempos han cambiado.
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