Siete libros para entender el mundo de mañ... de hoy


Cuentan que los chinos de la antigüedad, cuando querían desearle lo peor a su enemigo, usaban como maldición un enfático "¡Ojalá te toque vivir tiempos interesantes!". No sé si, en la actualidad, algún contubernio de magos orientales agazapados tras la Gran Muralla continúa conjurando el embrujo con todo su poder. Pero, sea o no ése el motivo, la realidad es que esta tercera década del siglo XXI que ya asoma a la vuelta de la esquina va a ser cualquier cosa menos aburrida. Por cuatro motivos.

En primer lugar, por la enorme crisis democrática que estamos viviendo. Latinoamérica se convulsiona, a sobresalto semanal, de Bolivia a Honduras, pasando por Ecuador o Chile, hasta hace nada sinónimo de estabilidad institucional en la región. Pero en los países más ricos la cosa no está mucho mejor: el impeachment de Donald Trump, la batalla entre los tres poderes del Estado desencadenada en el Reino Unido por Boris Johnson (*) o el ascenso generalizado de la ultraderecha en Europa.

En segundo, por la crisis del capitalismo, profundamente herido tras la explosión de la burbuja financiera de finales de la pasada década. En un escenario de vertiginoso crecimiento de la desigualdad y de extrema concentración de la riqueza, cada vez son más las voces que invitan a salvar al capitalismo de sí mismo.

Por si los dos factores anteriores no fueran suficientemente interesantes, la acelerada digitalización de nuestras vidas y economías está generando un conjunto de cambios que, en buena medida, no somos capaces de prever: en la salud, en la educación, en el envejecimiento y la longevidad, en el transporte, en casi toda la actividad empresarial, en los propios cimientos de una sociedad acostumbrada a organizarse en torno al empleo y la remuneración asociada al mismo.

Sin embargo, el tremendo impacto de estas tres transformaciones en paralelo puede verse reducido a algo irrelevante si mantenemos la flagrante irresponsabilidad que, como especie, estamos mostrando ante la emergencia climática. Una reacción urgente es necesaria pero, lamentablemente, no se percibe por ninguna parte en las cercanías de los centros de decisión.

Tiempos interesantes, sin duda. Muy interesantes. Tiempos en los que, además, la desinformación, la manipulación y el dogmatismo campan a sus anchas por redes sociales y medios de comunicación. En consecuencia, creo que es una obligación para cada uno de nosotros formarnos un criterio sobre la magnitud del problema y de los cambios asociados. Es por ello que me parece positivo compartir algunos libros que he leído en los últimos tiempos y que, en mi opinión, ofrecen una excelente perspectiva para entender lo que se nos está viniendo encima.


Sobre el impacto de lo digital en nuestra sociedad, mis autores favoritos son los profesores de la MIT Sloan School of Management Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee. De entre su obra, me quedo con "La segunda era de las máquinas", una impecable reflexión sobre el impacto social y económico que la acelerada digitalización y la exponencial evolución tecnológica  está teniendo y va a tener en el corto y medio plazo. En su momento, ya escribí una reseña sobre esta lectura.


Desde una aproximación muy distinta, eminentemente científica pero también con calado humanista, el físico, cosmólogo y profesor del MIT Max Tegmark escribe "Vida 3.0: ser humano en la era de la Inteligencia Artificial". La tesis de Tegmark es que el desarrollo de la IA vendrá marcado en sus límites únicamente por lo que establezcan las leyes de la física, lo que posibilita un escenario enormenente amplio, ante el cual tenemos dos opciones: intervenir desde ya mismo para tratar de obtener el retorno lo más beneficioso posible o ir a parar a donde la corriente nos lleve. También escribía algo, hace no mucho, acerca de este libro.


Continuando con la perspectiva humanista, la que más ha despertado mi interés (me temo que aquí no voy a sorprender a nadie) es la de Yuval Noah Harari. Claramente, "21 lecciones para el siglo XXI" es un libro que conviene revisitar con frecuencia para no perder de vista la importancia de las preguntas - me gusta entenderlo como preguntas - que a lo largo de sus páginas se plantean. Sin embargo, del historiador israelí me quedo con "Sapiens: de animales a dioses" y la construcción histórica que hace de los más profundos comportamientos humanos, determinantes para comprender muchas de las situaciones que vivimos hoy como especie.


En lo que se refiere al plano de las instituciones y el gobierno, ha capturado mi atención la reflexión crítica de Jason Brennan, profesor de Estrategia, Economía, Ética y Políticas Públicas en la Universidad de Georgetown, en "Contra la democracia". En esencia, Brennan entiende la democracia no como un fin en sí mismo, sino como un instrumento al servicio de la elección del mejor gobierno posible. Es evidente - no solo lo dice Brennan: lo pensamos unos cuantos y lo demuestran Trump, Johnson y la caterva de populistas que están al frente de nuestros gobiernos - que este instrumento no está generando muy buenos resultados últimamente. Y, por tanto, debería explorarse la búsqueda de nuevas herramientas que nos permitan mejores elecciones, combatiendo, entre otros factores, los profundos desconocimiento y fanatismo que imperan entre el electorado, acrecentados por la cada vez más sencilla manipulación informativa.


¿Por qué fracasan los países? A responder esta pregunta dedican su libro homónimo el economista del MIT Daron Acemoglu y el de la Universidad de Chicago James Robinson. La obra recorre extensamente el planeta de norte a sur y de este a oeste, igual que recorre los tres últimos milenios de Historia, para repasar casos que sustentan la tesis de los autores, de Roma a los mayas, de Mobutu a Mao. Dejo el enlace a la reseña que publiqué en su día.


Finalmente, el plano económico. Tampoco voy a pecar de innovador en este apartado. Para mí, el economista francés Thomas Pikkety hace un retrato preciso del insostenible incremento de la desigualdad y la concentración de la riqueza durante el último siglo en "El capital en el siglo XXI", ante la pasividad de gobiernos e instituciones, ante la insuficiencia redistributiva de políticas tributarias y sociales.

Las que ahora cito para cerrar no son libros, pero sí lecturas de actualidad muy convenientes sobre el rol de las empresas en todo este contexto. Por una parte, la sucinta declaración de la Business Roundtable (que acoge a casi dos centenas de CEOs de las principales corporaciones norteamericanas) acerca de que el propósito de las empresas debe ser servir a todos sus grupos de interés, no solo a los accionistas. Y, complementariamente, un artículo publicado en el New York Times por Marc Benioff (CEO de Salesforce, una de las empresas más exitosas en el contexto digital) que encabeza con una frase contundente:

El sistema actual ha llevado a una profunda desigualdad. Para solucionarlo, necesitamos que las empresas y los ejecutivos valoren el propósito junto con el beneficio.

Lamentablemente, todavía no he encontrado ninguna lectura sobre la crisis climática que huya del increíble fanatismo que rodea esta discusión. Agradeceré cualquier recomendación al respecto, así como nuevas propuestas de libros, de perspectivas distintas que ayuden a sobrellevar mejor estos tiempos interesantes.

(*) De hecho, la mera circunstancia de que Donald Trump y Boris Johnson encabecen los gobiernos de dos de los países más poderosos del planeta es, en sí mismo, una muestra inequívoca de crisis democrática.

[Imagen de apertura: Noupload en Pixabay]