Historias de la semana: desde Argentina hasta Irlanda, batallas y cambios inevitables
Si la modernización administrativa está costando sangre,
sudor y lágrimas, si tiene que vencer resistencias pasionales, entonces el
rediseño radical de la acción de gobierno que traerá la progresiva implantación
de las tecnologías cognitivas promete emociones intensas.
En especial por el fuerte impacto que, previsiblemente,
generará en el empleo público. Cientos
de miles de funcionarios del Estado en el Reino Unido o hasta 1.200
millones de horas de trabajo en Estados Unidos pueden verse afectadas por
esta uberización del servicio público. Paradójico
cuando, en estos tiempos de atonía macroeconómica, en países como Chile es la
Administración la
que tira de las estadísticas salariales y laborales.
Es posible que todavía tengamos que esperar un tiempo para
que el escenario anterior empiece a manifestarse significativamente. Bastante
más probable es que sea en esos espacios entre lo público y lo privado en los
que veamos un progreso tecnológico acelerado: por ejemplo en
los aeropuertos, sobre la base de tecnologías biométricas para la seguridad
o el embarque. O en los procesos
logístico-aduaneros, en los que blockchain tiene un futuro prometedor, y
cuya modernización efectiva tiene una importancia clave en la economía
latinoamericana.
La participación pública en los procesos de adopción
tecnológica por parte del tejido productivo – además, claro está, de en los
suyos propios – debe tener un efecto adicional, considerando que la innovación
de punta en las tecnologías emergentes en buena medida no reside en las grandes
multinacionales, sino en las startups.
Si los gobiernos latinoamericanos, de una vez por todas, adoptaran prácticas de
compra pública de innovación, el
emprendimiento de base tecnológica recibiría un impulso indudablemente mucho
mayor que con las actuales políticas de fomento. Sí, una
de las claves para que la innovación privada crezca reside en la compra pública
(no perdamos de vista que la compra de bienes y servicios por parte del Estado
explica entre el 10% y el 15% del PIB).
Treinta y cuatro startups
por cada 100.000 habitantes. 146 nuevas startups diarias. Dos de cada tres nuevos
empleos en empresas tecnológicas. No es el área de la Bahía de San Francisco,
no. Es un pequeño país de verdes campiñas que atrae la mayor inversión en
blockchain de Europa. Pese a sus escasos cinco millones de habitantes, Irlanda
es un gigante europeo de la tecnología. El tamaño no importa.
Mientras otros países centran sus esfuerzos en hacer bonitos eventos en los que parezca que hay un vibrante ecosistema de emprendedores tecnológicos, otros, como Irlanda, se dedican a crearlo de verdad.
Pero la realidad, lamentablemente, es otra en la mayoría de
países. Mi abuela solía decir que “mucho ayuda el que no estorba”.
Continuamente me acuerdo esa frase cuando leo noticia tras noticia sobre la
patética actuación de unos gobiernos incapaces de entender que tratar de ponerle
puertas al campo de la mano de los lobbies incumbentes y obsoletos no va a
detener el progreso tecnológico; solo lo va a frenar en perjuicio de sus
propios ciudadanos.
Un informe
de la DG
Grow indica que la economía colaborativa (yo prefiero llamarla economía
P2P) suponía ya 4.000 millones de euros en la Unión Europea en 2015,
duplicándose año a año. De mantener este ritmo, alcanzará un 6% del PIB europeo
en 2020. Además, en países como Francia o Croacia, más del 10% de las personas
han ofrecido servicios a través de plataformas como Uber o Airbnb. Más de una
de cada diez.
Indica el Banco
Mundial que, dado que las tecnologías siempre encuentran una manera de
romper las barreras, las políticas diseñadas para facilitar la transición de
los trabajadores desplazados hacia nuevos empleos y adaptar las instituciones
del mercado laboral a las nuevas formas de trabajo son más efectivas para
fomentar el desarrollo económico que las medidas regulatorias destinadas a
prevenir cambios inevitables. O sea, lo de las puertas y el campo pero mucho
mejor dicho.
Y hasta, quién sabe, puede que Uber se convierta en un aliado
en la distribución de la carga impositiva que soportan unos y otros…
Someone traveling from a wealthy neighborhood to another tony spot might be asked to pay more than another person heading to a poorer part of town, even if demand, traffic and distance are the same
[Acreditación de la imagen de cabecera]
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