Amazon, Whole Foods y el temor a las Frightful Five
El pasado viernes, Amazon anunciaba la adquisición de Whole Foods por 13.400 millones de
dólares. Whole Foods está lejos de ser una cadena de alimentación más:
calificada como paraíso
hipster, trabaja solo con alimentos orgánicos y su CEO, John Mackey,
es uno de los impulsores del capitalismo consciente.
La primera reacción de los mercados no deja de ser
interesante. Tras el anuncio, la acción de Amazon se disparó al alza y su valor
bursátil se incrementó en 15.600 millones de dólares, lo que hace que virtualmente
la operación le haya salido gratis.
Bezos: "Alexa, buy me something from Whole Foods"
— Jeff Lewis (@ChicagoPhotoSho) 16 de junio de 2017
Alexa: "Buying Whole Foods"
Bezos: Shit
En apenas un par de días se han escrito ríos de tinta sobre
la adquisición. Quizás el más interesante es el de Neil
Irwin en el New York Times, en el que habla del rumbo de colisión entre
Amazon y Walmart: la una parte de lo virtual y camina hacia lo físico, la otra
recorre el camino opuesto, tras la adquisición de compañías como Bonobos. Ambas pretenden vendernos cualquier
cosa, en tiendas tradicionales o a través de la web. ¿Qué ocurrirá con la
inevitable colisión?
El artículo habla de los mercados winner-takes-all (o, al menos, winner-takes-most)
a los que nos lleva lo digital y de las cada vez más decisivas economías de
escala. Según un
informe del año pasado del Council of
Economic Advisors de Barack Obama, en todas las industrias la cuota de
mercado de los cincuenta mayores players
se ha incrementado significativamente en los últimos quince años.
More and more businesses in the modern economy show positive returns to scale: The biggest companies have a huge advantage over smaller players. That tends to tilt markets toward a handful of players or even a monopoly, rather than an even playing field with countless competitors.
Las grandes compañías que optimicen el manejo de las cadenas
logísticas podrán hacer valer esa ventaja de manera progresivamente más
pronunciada, optando a vender cualquier cosa en cualquier parte del mundo. ¿Qué
pasará cuando, además, la mayor parte de la fabricación pueda ser realizada por
robots en la ubicación más conveniente?
Interesante, pero, ¿qué tiene que ver esto con lo público?
¿no es otro movimiento del ámbito corporativo?
Bueno, de entrada, hay
quien se pregunta ya si los gigantes tecnológicos son una amenaza política y
económica. Si semejante concentración de capital e información no supone o
puede suponer en el corto plazo que estas compañías “capturen la economía”. Y,
ojo, que el precedente de la aplicación de las normas antimonopolio a Microsoft
no está tan lejano. Pero, a día de hoy, ¿debería quedar a criterio de la
justicia estadounidense cualquier medida de impacto evidentemente global? ¿debería
realmente ponerse algún freno a las compañías que lideran la innovación
tecnológica en el planeta?
Recientemente, otro artículo del NYT bautizaba como The
Frightful Five a Apple, Google, Microsoft, Facebook y Amazon. La ubicuidad
de esta última empieza a ser impresionante.
We are, all of us, in inescapable thrall to one of the handful of American technology companies that now dominate much of the global economy.
Pero no se trata solamente de cuotas de mercado. El fenómeno
va también de empleo. Es cierto que Amazon está creando una gran cantidad de
empleo neto. Pero, al mismo tiempo, la progresiva robotización de almacenes y
tiendas físicas marca el camino hacia un futuro no muy lejano en el que el
6% de la fuerza laboral estadounidense, empleada en el retail, verá peligrar su
medio de vida (solo considerando a los cajeros, más de tres millones de
personas afectadas).
Podemos verlo como el
gran desacoplamiento, la extinción
de la clase media o, en palabras de Richard Florida, el futuro de la service
class. Pero lo que no podemos hacer es ignorarlo.
Sí, podría parecer que los movimientos corporativos de
Amazon deberían despertar el interés de los que diseñan las políticas públicas.
Antes de que sea demasiado tarde…
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