BioHIC, Hub de Salud de Concepción: la fuerza de la colaboración, la fuerza de la innovación


La región del Biobío, ubicada en el centro-sur de Chile, es la segunda más poblada del país – tras la Metropolitana de Santiago – con alrededor de dos millones de habitantes, de los que aproximadamente la mitad viven en su capital, el Gran Concepción, también la segunda aglomeración urbana tras Santiago.

El área portuaria de Talcahuano alberga importante industria pesada – siderúrgica y astilleros –, mientras el resto de la actividad es esencialmente pesquera, agrícola y forestal. En términos de PIB per cápita, el Biobío se sitúa en la mitad inferior de las regiones chilenas.

En este contexto geográfico y económico, durante los últimos meses se ha venido gestando una alianza público-privada en torno a la innovación tecnológica llamada a jugar un papel muy importante en la transformación del modelo productivo del Biobío. Ahora, el resultado de este trabajo conjunto se ha hecho visible.

Ayer nació BioHIC (Biobío Health Innovation Center), el Hub Digital de Salud de Concepción. Un polo de innovación abierta que aglutina, en torno al Hospital Guillermo Grant Benavente (el hospital público más grande de Chile, con mil camas y un área de influencia de dos millones de personas), a las seis universidades públicas y privadas más importantes de la ciudad, al tejido emprendedor del Biobío y a everis. Su propósito: innovar en tecnologías de la información aplicadas a la Salud para convertir al Grant Benavente en el primer hospital digital de Chile.


Con el apoyo del Ministerio de Economía de Chile a través de CORFO, BioHIC parte con el objetivo de apostar por la innovación en el sector de la salud e impulsar el ecosistema de emprendedores regional y nacional, una línea de acción más para el desarrollo productivo de industrias digitales inteligentes. Con dedicación exclusiva a desarrollos tecnológicos en el sector, se pretende que BioHIC se posicione como un polo de innovación en Salud referente para Chile y toda América Latina.

BioHIC nace con un propósito: innovar en tecnologías de la información aplicadas a la Salud para convertir al Grant Benavente en el primer hospital digital de Chile.

El Hub de Salud de Concepción es el segundo nodo de la red de polos de innovación tecnológica que everis impulsa en toda Latinoamérica, tras el Hub Digital de Temuco, proyecto exitoso que ya genera 400 empleos calificados en la Araucanía y exporta el 70% de su producción, situando a Temuco como en el centro de la economía de servicios de alto valor que trata de impulsar el Gobierno de Chile.


Ambas iniciativas tienen un punto en común, decisivo además tanto en su concepción como en su posterior desarrollo: la cooperación entre el Gobierno, la Academia y la empresa privada. Sí, por sorprendente que parezca, la triple hélice puede girar cuando existen las voluntades.

Si en Temuco la Macrofacultad de Ingeniería que conforman las universidades de La Frontera, Talca y Bío-Bío es un socio fundamental del Hub Digital, en Concepción son hasta seis entidades las que aportan su capacidad investigadora y de generación de talento: la propia Universidad del Bío-Bío, la de Concepción, la del Desarrollo, la Federico Santa María, la San Sebastián y la Católica de Concepción.

Desde el lado del Gobierno, en ambas iniciativas CORFO y los gobiernos regionales se han volcado en aunar puntos de vista y sumar fuerzas para hacer los proyectos posibles. Y en Concepción, la dirección del Hospital y de los Servicios de Salud de la región han visto la inmensa oportunidad de transformarse en beneficio último de la ciudadanía.

Multinacionales tecnológicas, pequeños emprendedores cargados de ideas e ilusión, universidades públicas y privadas, Gobierno. Todos juntos, cuando hay un horizonte y un propósito común, pueden hacer grandes cosas. Pueden convertir oportunidades en realidades de desarrollo en un entorno abierto y cooperativo. Pueden, por qué no, transformar regiones completas. ¡Éxito para BioHIC!

Amazon, Whole Foods y el temor a las Frightful Five


El pasado viernes, Amazon anunciaba la adquisición de Whole Foods por 13.400 millones de dólares. Whole Foods está lejos de ser una cadena de alimentación más: calificada como paraíso hipster, trabaja solo con alimentos orgánicos y su CEO, John Mackey, es uno de los impulsores del capitalismo consciente.

La primera reacción de los mercados no deja de ser interesante. Tras el anuncio, la acción de Amazon se disparó al alza y su valor bursátil se incrementó en 15.600 millones de dólares, lo que hace que virtualmente la operación le haya salido gratis.


En apenas un par de días se han escrito ríos de tinta sobre la adquisición. Quizás el más interesante es el de Neil Irwin en el New York Times, en el que habla del rumbo de colisión entre Amazon y Walmart: la una parte de lo virtual y camina hacia lo físico, la otra recorre el camino opuesto, tras la adquisición de compañías como Bonobos. Ambas pretenden vendernos cualquier cosa, en tiendas tradicionales o a través de la web. ¿Qué ocurrirá con la inevitable colisión?

El artículo habla de los mercados winner-takes-all (o, al menos, winner-takes-most) a los que nos lleva lo digital y de las cada vez más decisivas economías de escala. Según un informe del año pasado del Council of Economic Advisors de Barack Obama, en todas las industrias la cuota de mercado de los cincuenta mayores players se ha incrementado significativamente en los últimos quince años.

More and more businesses in the modern economy show positive returns to scale: The biggest companies have a huge advantage over smaller players. That tends to tilt markets toward a handful of players or even a monopoly, rather than an even playing field with countless competitors.

Las grandes compañías que optimicen el manejo de las cadenas logísticas podrán hacer valer esa ventaja de manera progresivamente más pronunciada, optando a vender cualquier cosa en cualquier parte del mundo. ¿Qué pasará cuando, además, la mayor parte de la fabricación pueda ser realizada por robots en la ubicación más conveniente?

Interesante, pero, ¿qué tiene que ver esto con lo público? ¿no es otro movimiento del ámbito corporativo?

Bueno, de entrada, hay quien se pregunta ya si los gigantes tecnológicos son una amenaza política y económica. Si semejante concentración de capital e información no supone o puede suponer en el corto plazo que estas compañías “capturen la economía”. Y, ojo, que el precedente de la aplicación de las normas antimonopolio a Microsoft no está tan lejano. Pero, a día de hoy, ¿debería quedar a criterio de la justicia estadounidense cualquier medida de impacto evidentemente global? ¿debería realmente ponerse algún freno a las compañías que lideran la innovación tecnológica en el planeta?

Recientemente, otro artículo del NYT bautizaba como The Frightful Five a Apple, Google, Microsoft, Facebook y Amazon. La ubicuidad de esta última empieza a ser impresionante.

We are, all of us, in inescapable thrall to one of the handful of American technology companies that now dominate much of the global economy.

Pero no se trata solamente de cuotas de mercado. El fenómeno va también de empleo. Es cierto que Amazon está creando una gran cantidad de empleo neto. Pero, al mismo tiempo, la progresiva robotización de almacenes y tiendas físicas marca el camino hacia un futuro no muy lejano en el que el 6% de la fuerza laboral estadounidense, empleada en el retail, verá peligrar su medio de vida (solo considerando a los cajeros, más de tres millones de personas afectadas).

Podemos verlo como el gran desacoplamiento, la extinción de la clase media o, en palabras de Richard Florida, el futuro de la service class. Pero lo que no podemos hacer es ignorarlo.

Sí, podría parecer que los movimientos corporativos de Amazon deberían despertar el interés de los que diseñan las políticas públicas. Antes de que sea demasiado tarde…

Historias de la semana: desde Argentina hasta Irlanda, batallas y cambios inevitables


Esta semana, el Gobierno de Argentina lanzaba un ultimátum al papel, tras haber incorporado en tiempo record a 23 ministerios y otras 50 agencias públicas a la gestión documental electrónica. Parece que la batalla contra la tiranía del papel, en Argentina, la están ganando los buenos.

Si la modernización administrativa está costando sangre, sudor y lágrimas, si tiene que vencer resistencias pasionales, entonces el rediseño radical de la acción de gobierno que traerá la progresiva implantación de las tecnologías cognitivas promete emociones intensas.

En especial por el fuerte impacto que, previsiblemente, generará en el empleo público. Cientos de miles de funcionarios del Estado en el Reino Unido o hasta 1.200 millones de horas de trabajo en Estados Unidos pueden verse afectadas por esta uberización del servicio público. Paradójico cuando, en estos tiempos de atonía macroeconómica, en países como Chile es la Administración la que tira de las estadísticas salariales y laborales.

Es posible que todavía tengamos que esperar un tiempo para que el escenario anterior empiece a manifestarse significativamente. Bastante más probable es que sea en esos espacios entre lo público y lo privado en los que veamos un progreso tecnológico acelerado: por ejemplo en los aeropuertos, sobre la base de tecnologías biométricas para la seguridad o el embarque. O en los procesos logístico-aduaneros, en los que blockchain tiene un futuro prometedor, y cuya modernización efectiva tiene una importancia clave en la economía latinoamericana.


La participación pública en los procesos de adopción tecnológica por parte del tejido productivo – además, claro está, de en los suyos propios – debe tener un efecto adicional, considerando que la innovación de punta en las tecnologías emergentes en buena medida no reside en las grandes multinacionales, sino en las startups. Si los gobiernos latinoamericanos, de una vez por todas, adoptaran prácticas de compra pública de innovación, el emprendimiento de base tecnológica recibiría un impulso indudablemente mucho mayor que con las actuales políticas de fomento. Sí, una de las claves para que la innovación privada crezca reside en la compra pública (no perdamos de vista que la compra de bienes y servicios por parte del Estado explica entre el 10% y el 15% del PIB).

Treinta y cuatro startups por cada 100.000 habitantes. 146 nuevas startups diarias. Dos de cada tres nuevos empleos en empresas tecnológicas. No es el área de la Bahía de San Francisco, no. Es un pequeño país de verdes campiñas que atrae la mayor inversión en blockchain de Europa. Pese a sus escasos cinco millones de habitantes, Irlanda es un gigante europeo de la tecnología. El tamaño no importa.

Mientras otros países centran sus esfuerzos en hacer bonitos eventos en los que parezca que hay un vibrante ecosistema de emprendedores tecnológicos, otros, como Irlanda, se dedican a crearlo de verdad.


Pero la realidad, lamentablemente, es otra en la mayoría de países. Mi abuela solía decir que “mucho ayuda el que no estorba”. Continuamente me acuerdo esa frase cuando leo noticia tras noticia sobre la patética actuación de unos gobiernos incapaces de entender que tratar de ponerle puertas al campo de la mano de los lobbies incumbentes y obsoletos no va a detener el progreso tecnológico; solo lo va a frenar en perjuicio de sus propios ciudadanos.

Un informe de la DG Grow indica que la economía colaborativa (yo prefiero llamarla economía P2P) suponía ya 4.000 millones de euros en la Unión Europea en 2015, duplicándose año a año. De mantener este ritmo, alcanzará un 6% del PIB europeo en 2020. Además, en países como Francia o Croacia, más del 10% de las personas han ofrecido servicios a través de plataformas como Uber o Airbnb. Más de una de cada diez.


Indica el Banco Mundial que, dado que las tecnologías siempre encuentran una manera de romper las barreras, las políticas diseñadas para facilitar la transición de los trabajadores desplazados hacia nuevos empleos y adaptar las instituciones del mercado laboral a las nuevas formas de trabajo son más efectivas para fomentar el desarrollo económico que las medidas regulatorias destinadas a prevenir cambios inevitables. O sea, lo de las puertas y el campo pero mucho mejor dicho.

Y hasta, quién sabe, puede que Uber se convierta en un aliado en la distribución de la carga impositiva que soportan unos y otros…

Someone traveling from a wealthy neighborhood to another tony spot might be asked to pay more than another person heading to a poorer part of town, even if demand, traffic and distance are the same


[Acreditación de la imagen de cabecera]

Seis meses después... ultimátum argentino al papel


Hace unos seis meses, bajo el título Acabando con la tiranía del papel, contaba cómo el Gobierno de Argentina, partiendo de la experiencia adquirida durante la etapa de Mauricio Macri en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCABA), estaba iniciando una complicada batalla en búsqueda de la generalización del documento electrónico en la Administración Federal. Cerraba el artículo con la siguiente frase, no exenta de un mensaje crítico hacia aquellos empecinados en la reingeniería de procedimientos ad infinitum:

En fin, una experiencia merecedora de ser tomada como indiscutible referencia, por eficaz y por innovadora. Innovadora por ese foco en el documento, factor clave para terminar con la tiranía del papel. Y, de paso, con la tiranía del proceso.

Apenas medio año después, La Nación publicaba este fin de semana una nota con un titular elocuente: "Ultimátum a los organismos públicos que aún usan papel". El Ministerio de Modernización, al frente del proceso de despapelización, otorgaba un último plazo a un grupo de instituciones que todavía no se unen a los 23 ministerios y media centena de organismos descentralizados que ya emplean la gestión documental electrónica (GDE).

Y es que, pese a los rezagados, los números que acompañan al Plan de Modernización del Estado, poco más de un año después de su aprobación por decreto, son sobresalientes. Más de 1.500 expedientes incorporados a GDE, 12 millones de documentos digitales creados, por encima del millón de trámites gestionados, 85.000 funcionarios públicos usuarios del sistema, dos centenares de trámites disponibles en línea que han sido utilizados por 300.000 ciudadanos y empresas.

Otra particularidad muy relevante del proyecto de modernización argentino es la reutilización de soluciones. Además del GCABA y el Gobierno Federal, hasta siete provincias - algunas tan relevantes como Buenos Aires, Mendoza o Santa Fé - están en proceso de implantación del sistema de gestión documental electrónica, superando las tan lamentables como frecuentes barreras a la cooperación entre diferentes niveles del Estado.

Impulso político al máximo nivel, trabajo integrado entre los equipos legales y tecnológicos, y estrategia enfocada a un objetivo claro - la eliminación del papel, en detrimento en primera instancia de la optimización de procesos o de la puesta de servicios en línea - pero abordado integralmente, son las tres claves de un proceso modernizador sin parangón en Latinoamérica por su velocidad e impacto.

Citaba en el artículo anterior una frase acuñada por algunos de los integrantes del proyecto que lidera el Ministerio de Modernización, tan acertada como poética:

La reforma administrativa es una revolución paradigmática en cualquier gobierno y, como tal, siempre será pasionalmente resistida.

Bien, parece que la resistencia en la Administración Federal Argentina está siendo vencida. Aunque de vez en cuando sea necesario un ultimátum...

[Acreditación de la imagen de cabecera]